26 dic 2008

Confesión.


¡¿Qué es este sentimiento?! ¡¿Y por qué aparece ahora?! No comprendo a raíz de qué sale, qué es lo que lo causa, y me inquieta no saber.
Una presión, una fuerza, que me oprime el pecho, que me aspira el aire de los pulmones y que me impide concentrarme en mis estudios, en las comidas, en las conversaciones con otra gente que no seas tú, que me distrae de mi vida diaria. ¿Qué es esto? ¿Por qué ahora tengo esta misma opresión haciendo el vacío en mi pecho de este modo? ¿Por qué estoy todo el día, ansiosa, esperando esa hora del día en que puedo hablar contigo y reír, relajarme, disfrutar de la ausencia de ese peso que tú me causas?
He estado pensándolo, creo que eres tú el que me haces daño, que tú eres la causa de ese dolor, y, según la lógica, odio lo que me hace daño. Siguiendo esa línea de pensamiento, se llega a una simple conclusión: Te odio.
Aún así, esa afirmación, que tan simple solución aporta a la ansiedad que me desconcierta, hace que me chirríen los oídos. No te odio, no puedo. No puedo desearte mal, me resulta imposible, eres demasiado bueno, demasiado importante.
¿Entonces, eso qué quiere decir?
¿...Me está intentando decir mi cuerpo con esa presión que lo que pasa es que te quiero?